Hace tiempo os hablé de José Antonio Fideu, autor albaceteño de fantasía y ciencia ficción; y de su libro «Los últimos años de la magia», que fue premio Minotauro 2016, galardón más alto que puede obtener un libro del género fantástico en España. Ayer terminé de leer su última novela «Los Dioses Muertos. Canto de Prometeo» y aún siento los efluvios que emanan de la sangre de Ares, gracias a una novela que me ha hecho disfrutar y fantasear a partes iguales. Este post contiene spoilers. Si no has leído la novela y no quieres que te desvele algunos de sus golpes de efecto, no sigas leyendo, quedas advertido. Caronte vigila impávido el acceso a estas aguas.
Debo reconocer que los libros narrados en presente y en primera persona me cuestan, no estoy acostumbrado; así que el principio me resultó difícil. Pero salvada esta dificultad inicial, que desapareció pronto, empecé a sumergirme en la Grecia de Fideu; una Grecia de Polis protegidas por cúpulas de energía, de la lluvia ácida y de los vientos destructivos que asolan un planeta Tierra Gaia postapocalíptico y distópico. En esta Grecia, los Dioses forman parte de todos los aspectos de la vida de los griegos. Desde su gestación y nacimiento hasta su muerte. Desde su educación, su oficio o su clase social, hasta su rutina más insignificante, los griegos viven por y para dar gracias y orar a sus dioses, que determinan sus vidas desde un Olimpo flotante. Y los dioses a cambio cuidan de la vida de los griegos ofreciéndoles tecnología – a sus ojos magia divina – campos fecundos para cultivar, aire puro, aguas cristalinas donde saciarse y, en definitiva, una sociedad avanzada donde las artes, las ciencias y la cultura son cultivadas al mismo nivel que la guerra y la barbarie.
Porque a los dioses les gusta la sangre. Y da igual que sea contra los pueblos bárbaros del exterior, como contra los hombres de otros planetas del sistema Sol y sus propios dioses; la guerra es el pasatiempo principal de las deidades del Panteón, Zeus y sus hermanos e hijos se divierten haciendo que los griegos luchen en cientos de batallas y luchas en las que sus campeones se enfrentan a todo tipo de enemigos. Desde batallas a espada en tierra hasta combates en naves colosales que surcan el éter espacial gracias a la ayuda de los dioses. Los Campeones de Grecia y sus Elegidos, son los protagonistas de estas gestas, y entre ellos destacan las hazañas de Prometeo y su fiel amigo Cleón, que es quien nos narra esta historia.
Mi imaginación regresó rápidamente a 1981 y los dibujos animados de Ulysses 31, una serie franco-japonesa que aun hoy día pienso que está muy infravalorada, en la que se narra, no sin ciertas licencias, una Odisea de Homero futurista y de ciencia-ficción con sabor a space-opera. Pero en los Dioses Muertos, el protagonista es Prometeo, un héroe de Grecia mejorado por los Dioses, con dones increíbles como velocidad, curación rápida o fuerza y resistencia descomunales; y que tiene como antagonista a una Atenea guerrera, inteligente, taimada, cruel y descarnada; que envidia a Pandora – la esposa de Prometeo en esta historia – y que, pese a tener el poder de un Dios, codicia la humanidad, la felicidad y el amor de nuestro héroe.
Todas estas confluencias van creando hilos argumentales para llegar un punto álgido en el que Prometeo se ve traicionado por los dioses, y en el que, poco a poco, va descubriendo las verdades que estos ocultan a los griegos; y en el que se va tejiendo una venganza a fuego lento cual sudario de Penélope. Nuestro héroe descubre que los enemigos con los que luchaba también eran marionetas de estos falsos dioses, que, bajo su máscara divina, juegan a que los hombres crean que tienen libre albedrío, mientras ellos manejan sus destinos al antojo de sus caprichos.
Valoración personal
Los Dioses Muertos me ha encantado. No solo por su prosa poética en la que se aúnan lo visceral, lo racional y lo divino; la esencia de la Grecia clásica con las computadoras cuánticas más futuristas; los pergaminos, las espadas y el misticismo religioso, con las memorias de sílice, los viajes espaciales y la nanotecnología. Pero es que además es una crítica palpable a la sociedad actual llena de falsos ídolos superficiales que no se muestran como en realidad son y que usan la tecnología para encandilar a cientos, miles de adeptos seguidores.
Además, tengo que reconocer que conozco personalmente a José Antonio Fideu, y que además he tenido el honor de que confíe en mí para diseñar y poner en marcha su página web que puedes visitar en www.joseantoniofideu.com. Por eso no te engaño si te animo a que no te lo pienses, y a que compres «Los dioses muertos», publicado por Ediciones «El Transbordador», una pequeña editorial de las que están haciendo las cosas bien, por seguir publicando novela fantástica y de ciencia ficción. Un género, este, que irremediablemente siempre se ha asociado al público juvenil, pero que es innegable que, con autores como Fideu, puede llegar a un público adulto y hacerlo disfrutar de una historia fantástica, concienzuda y bien hilada; y de giros inesperados que te sorprenden hasta la última página.